Un poco de Historia con las Tunas
la Tuna mantiene vivas las costumbres heredadas de los estudiantes españoles del siglo XIII. Se puede decir que la Tuna, más que una institución, es una tradición en sí misma, por lo que, para poder comprenderla a fondo, es necesario ahondar un poco en su historia y costumbres.
Mantenida por los jóvenes estudiantes que año tras año ingresan en sus filas, es un punto de encuentro para todos aquellos amantes del romanticismo, la noche, la música y los viajes.
En sus orígenes aglutinaba a aquellos estudiantes que por su condición económica no podían costearse su estancia en la universidad, y trovaban por las fondas y mesones para conseguir algo de dinero y un plato de sopa con los que mantenerse. Por esta razón se les conocía como sopistas.
Para tales menesteres tañían guitarras y bandurrias, y cantaban coplas populares. También se servían de sus habilidades musicales para enamorar a las doncellas que pretendían. Constancia de ello queda en la primera referencia escrita que hay sobre la Tuna, que se encuentra en el archivo de la Universidad de Lérida, y en la que se prohibe a los estudiantes hacer rondas nocturnas bajo pena de confiscarles los instrumentos. Hoy en día, y dada la evolución de la sociedad, ha perdido su función como medio de vida de los estudiantes que la integran (aunque todavía hay tunos que se costean los estudios con lo que obtienen de ella) y agrupa a estudiantes universitarios (escasos de dinero por definición) que, aficionados a la música y a las tradiciones, gustan de conocer mundo, mujeres y nuevas sensaciones sin disponer de gran poder adquisitivo. Por lo demás, la Tuna sigue manteniendo vivas todas y cada una de las tradiciones que heredó de siglos anteriores y viste con trajes de época, interpreta canciones populares con los mismos instrumentos (bueno, los mismos, mismos no, unos iguales pero nuevos), ronda a las mujeres (a las que sigue enamorando con sus trovas), viaja y reparte su alegría por calles y restaurantes a cambio de algún dinero que ayude a sus integrantes a realizar festivales, compra de instrumentos, encuentros o reuniones de camaradería.
Mantenida por los jóvenes estudiantes que año tras año ingresan en sus filas, es un punto de encuentro para todos aquellos amantes del romanticismo, la noche, la música y los viajes.
En sus orígenes aglutinaba a aquellos estudiantes que por su condición económica no podían costearse su estancia en la universidad, y trovaban por las fondas y mesones para conseguir algo de dinero y un plato de sopa con los que mantenerse. Por esta razón se les conocía como sopistas.
Para tales menesteres tañían guitarras y bandurrias, y cantaban coplas populares. También se servían de sus habilidades musicales para enamorar a las doncellas que pretendían. Constancia de ello queda en la primera referencia escrita que hay sobre la Tuna, que se encuentra en el archivo de la Universidad de Lérida, y en la que se prohibe a los estudiantes hacer rondas nocturnas bajo pena de confiscarles los instrumentos. Hoy en día, y dada la evolución de la sociedad, ha perdido su función como medio de vida de los estudiantes que la integran (aunque todavía hay tunos que se costean los estudios con lo que obtienen de ella) y agrupa a estudiantes universitarios (escasos de dinero por definición) que, aficionados a la música y a las tradiciones, gustan de conocer mundo, mujeres y nuevas sensaciones sin disponer de gran poder adquisitivo. Por lo demás, la Tuna sigue manteniendo vivas todas y cada una de las tradiciones que heredó de siglos anteriores y viste con trajes de época, interpreta canciones populares con los mismos instrumentos (bueno, los mismos, mismos no, unos iguales pero nuevos), ronda a las mujeres (a las que sigue enamorando con sus trovas), viaja y reparte su alegría por calles y restaurantes a cambio de algún dinero que ayude a sus integrantes a realizar festivales, compra de instrumentos, encuentros o reuniones de camaradería.
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